Permitidme que utilice un poco el lenguaje del adversario: yo soy un botifler. Soy un traidor a mentiras, a historias que os inventáis todos los días, desde 1714 a todas las demás. Yo soy un botifler contra el racismo que estáis creando, el racismo identitario. Soy un botifler contra el dogmatismo sectario que preconizáis, que aplicáis o intentáis aplicar en toda la sociedad catalana. Y además soy un botifler porque nunca justificaré las corrupciones y corruptelas, ni de las de aquí ni las de allá, si las mías ni las suyas, ninguna.
Qué puedo decir yo, de gente que envíe a niños y niñas de 17 años y menos a manifestarse por Barcelona, con una pancarta que dice «contra el franquismo», con las fotos de todo el mundo y de Franco. Eso es algo miserable, es miserable. Recuperando el término «botifer»: los botiflers reales sois vosotros. Porque traicionáis a la gente trabajadora, porque enfrentáis a la gente sin motivo algo, porque os cargáis la libertad, la democracia y la palabra de los que no piensan igual que vosotros.
Una recomendación, permitidme una recomendación, como amigo. Deteneos, deteneos. Recuperad el seny. No hagáis que la gente tenga más angustia, que pase más penas, que se sienta estafada por todo lo que han defendido durante estos años. Deteneos. Acabad con esto, acabad con estas mentiras y con el odio, porque se sabe cómo empiezan estas cosas, pero no cómo acaban. Ningún tipo de nacionalismos. Permitidme que os recomiende, aunque no venga al caso, un libro de Stefan Zweig sobre los inicios de la primera guerra mundial. Aquel optimismo, aquel nacionalismo que había en los pueblos, que unos iban a vencer a otros. Veinte o treinta millones de muertos. Europa destruida. Y así hemos seguido. Los nacionalismos destrozan el mundo, destrozan el corazón: los grandes nacionalismos y también los pequeños. Yo os hablo, para acabar, en nombre de personas, de grupos, de organizaciones de la izquierda plural y no nacionalista. Y además, haciendo un reproche a esta izquierda cómplice, que dice que no es nacionalista pero que se va detrás de los nacionalistas, que les baila el agua, qué hace esa izquierda, que no está aquí? ¿Qué hace esa izquierda que no está aquí, con la izquierda real, que sí está?
Decía Salvador Espriu: «Diversos són els homes i diverses les parles, i convindran tots en un sol amor». I decía Antonio Machado: «un amor (Refiriéndose a Cataluña y a Barcelona) que conversa y que razona. Sabio y antiguo. Diálogo y presencia». Y acabo. Intelectuales, artistas, les pediría que creyeran con los grandes poetas que tenemos, que no fueran repetitivos siempre con el viva España, que está bien; pero que haya otras canciones, porque ha habido muchos poetas que han cantado a España y que han cantado a Cataluña. Y son los nuestros, son nuestros poetas. Compañeros, ¡adelante!